UN NACIMIENTO CRISTALINO

El encuentro con la vida nos abrazó en el páramo de Guacheneque o Gacheneque, con una abrumadora belleza por su florecida vegetación: carditas, puyas, chusques, arrayanes, líquenes, variedad de helechos, uva, musgo y los imponentes frailejones nos dieron la bienvenida con un saludo sin igual, miles de pequeñas gotas de agua entre sus hojas nos abrazaron para sumergirnos en un recorrido extraordinario por el nacimiento del río Bogotá.

Gracias al sol que nos acompañó y a la neblina que nos dio paso en este día, reflexionamos sobre cómo las acciones y comportamientos de quienes vivimos en la ciudad de Bogotá y municipios aledaños se convierten en uno de los principales factores por los cuales nuestro río Bogotá se contamina, sin lograr apreciar las aguas cristalinas que se encuentran en su nacimiento.

Parecía que entre la incalculable flora y la sonora fauna de Gacheneque estuviéramos los Vigías Ambientales del CAS jugando a las escondidas con el río porque cuando escuchábamos pequeños riachuelos de agua, no veíamos sus aguas correr y de un momento a otro majestuosas caídas de agua se dejaban ver, para continuar su recorrido en la profundidad de esta gran montaña. En ese instante descubrimos algo espectacular , el agua pura del río Bogotá siempre nos acompañó, porque en cada paso que dimos fuimos una sola energía ambiental al sentir su fuerza vital y el deseo de comprometernos a cuidar, proteger y conservar reservas naturales como la de nuestro Páramo de Guacheneque, cuna del río Bogotá.